lilamedusa Participante
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| Tema: Your embrace. SasuHina Mar 13 Ene 2009 - 1:45 | |
| Heeeyyyy.... Bueno, este es mi primer fic de Naruto.... lo estoy publicando igual en fanfiction.net, si y este es el primeer capi!!! woooo.... Haha. eso que? Your embrace Capítulo 1 - Spoiler:
La voz de Hanabi puede llegar a ser desesperante. En especial cuando prácticamente acabas de caer dormida después de una noche de interminable insomnio. Es extremadamente chillona, como la voz de cualquier niño pequeño, y penetra mis sentidos entorpeciéndolos. En especial después de haber tenido una noche especialmente difícil. Aunque, bueno, no de todo. Cuando al fin logré dormir(o si, logré dormir después de unas horas), empecé a tener el sueño más dulce… Interrumpido por la voz de Hanabi. Tal vez por eso es que me parece tan exasperante esa tonta voz chillona, hoy más que nunca. Además, de cualquier manera ni si quiera quiero despertar. No puede ser tan tarde. Normalmente, me despierta el despertador del celular, y como no había sonado, no podía ser tarde. ¡Oh, sí que amo mi celular! Me ha costado siglos convencer a Hiashi, mi padre, de comprarlo, pues no es un celular barato. No que el dinero sea un problema, pero quizá si es un problema para él gastarlo precisamente en mí. Volviendo al celular, es un Sony Ericson 710. Un modelo precioso, con contador de pasos, mp3 y cámara de 2 mega pixeles. Está un poco golpeado, poqrue soy muy torpe y distraída y siempre se em está cayendo pero tiene 4 gigas de memoria(cortesía de Kiba por mi cumpleaños, que ha sido hace 9 meses) y bueno… solo diré que adoro mi celular. Era obvio que no podía ser tan tarde, o el celular ya hubiese sonado. Para despertarme, tenía como alarma la canción del openning de Sakura Card Captors, mi anime favorito desde siempre. Lo más tierno era mi fondo de pantalla. Kiba es amigo de Naruto, el chico que me gusta, y me ha ayudado a tomarle una foto. Eso me costó pasarle la tarea de Matemáticas toda la semana, pero Naruto lo vale. Uzumaki Naruto es el chico del que estoy tontamente enamorada desde que iba en primaria. Es alto, rubio y tiene unos ojos intensamente azules. Por supuesto que es muy atractivo, pero no es eso lo único que me encanta de él. Es también muy gracioso, divertido, siempre está sonriendo, es perseverante, seguro, extrovertido… Simplemente Naruto es todo lo que yo deseo ser. Siempre está rodeado de gente, y de chicas. Aunque las chicas no lo siguen a él, si no a su mejor amigo. Uchiha Sasuke. El chico Uchiha es la antítesis de Naruto. Es callado, serio, moreno, ojos negros, sombrío. A todas las chicas les gusta el chico Uchiha, menos a mi. Naruto y yo estamos en la misma clase de física, lo cual la hace la más díficil para mi de todas. Especialmente ayer, cuando salía de clase de física, estaba enviando un mensaje de texto a Shino, cuando Naruto salió del salón y al chocar conmigo, mi celular cayó al piso. El chico Uchiha lo pisó, y quedó deshecho, pero Naruto se disculpó por Sasuke y prometió que me comprarían otro en reposición a éste. ¿No es dulce? Mi celular aplastado por el chico Uchiha…. -¡¡¡Fuck!!! Maldije en voz alta, ganándome una mirada desaprobatoria de Hanabi. ¡Oh por Dios, ha de ser tardísimo! Nunca he sido el tipo de chica que se levanta temprano de propia, cuenta. Si no me despierta nada o nadie puedo dormir por horas, aunque no lo necesite. Además está el problema de que padezco de insomnio… Por eso necesito un depertador, por eso tenía la alarma en el celular con mi tonada favorita…. Porque a pesar de todo, el celular era una de las pocas cosas que sabía era imposible para mi perder. Y el bastardo de Uchiha lo había pisado. No es que odie al chico Uchiha. Claro que es un bastardo maleducado y desconsiderado, pero jamás me ha hecho nada por el estilo a mi. Lo de ayer fue un accidente, así que no hay razón por odiarlo. Claro, puedo odiarlo por ser tan popular, por ser un Uchiha, por ser tan guapo, por ser tan seguro de si mismo, tan arrogante. Peudo odiarlo por pasar todo el tiempo con mi amor platónico, pero todas esas son razones estúpidas, así que creo que debería dejar de pensar en ello. Siete trece. Y yo sigo en pijama. Abro la llave del agua en la ducha, pero no tengo tiempo para esperar a que el agua se caliente, así que tengo que entrar mientras todavía está fría. Se que se va a calentar pronto, pero eso no detiene los escalofríos. En un récord de 5 minutos me las he ingeniado para enjabonar mi cuerpo, masajear mi cabello con shampoo y enjuagarme, saliendo a las siete dieciocho de la ducha. Sigue siendo tarde, así que bato un nuevo record colocándome la minifalda beige del uniforme, la insípida blusa blanca y el suéter negro, con los calcetines, los zapatos y el perfume en menos de dos minutos. Superándome a mi misma tardo aun menos de un minuto en desenredar mi cabello y recogerlo en un chongo torpe. Sigue siendo tarde, así que tomo la mochila, introduzco mis libros en ella y salgo corriendo del cuarto antes de que se haga aun más tarde. De esta manera logro salir de mi cuarto a la no tan buena hora de siete de la mañana con veintidós minutos. Recorro los largo e intrincados pasillos de la residencia Hyuuga asombrando a todos los miembros de la familia, y para ahorrar tiempo me deslizo por el barandal, solo para caer encima de mi padre. -Hia… Hiashi-sama-logro tartamudear rápidamente, mientras me pongo en pie a toda prisa e inclino la cabeza, en señal de respeto. Mi padre es un hombre alto y apuesto, de cabellos negros con vetas de gris, porte dominante y distante, y un hermoso rostro masculino adornado por sus grandes ojos blancos, rasgo característico de la familia. -Vas tarde Hinata. Sabes perfectamente que un Hyuuga, nunca debe llegar tarde a ningún lugar- acotó con ese tono severo que me aterroriza-. Estas desaliñada, ningún Hyuuga que se respete va nunca desaliñada como tú lo haces. Tartamudeas como si fueras idiota. Un Hyuuga siempre es seguro de sí mismo. ¿Comprendes, Hinata? Miro aterrorizada a mi padre, como siempre. -H... H... Hai- tartamudeo de nuevo. -Dije que un Hyuuga no tartamudea. Eres una vergüenza Hinata. No sé ni si quiera porque eres parte de esta familia- acotó Hiashi, mirándome despectivamente, como si ni siquiera fuera su hija, como lo hace siempre-. Pero, ¿Qué haces ahí parada como estúpida? te acabo de decir que un Hyuuga nunca llega tarde. Vas tarde. ¡Corre niña tonta! Inclino la cabeza, asintiendo débilmente, y sintiéndome más y más tonta con cada palabra que sale de su boca. Para no mirarlo, salgo corriendo de la casa, porque no tengo deseo alguno de permanecer junto a él ni un segundo más. Siete veinticinco. Qué ironía, es también un nuevo récord. Jamás he recibido ningún regaño más corto de mi padre. Aunque he recibido regaños más crueles e hirientes que ese, eso no permite que éste lastime menos que los otros. La escuela está a quince cuadras de la residencia Hyuuga, y yo todavía no había salido de ella. La casa es enorme, por si sola ocupa una cuadra enorme, aunque la mansión en si no ocupa más que la décima parte. Es una mansión que conserva todos los estereotipos japoneses básicos, pero cuenta con todas las comodidades modernas. El resto no es más que jardín, pantanos artificiales, puentes, fuentes, bambú, bosque. Hay un pequeño camino que lleca hasta la única entrada, y lo seguí hasta llegar a ésta, aun corriendo. Ahí, saludé a un miembro de las ramas secundarias, aunque no muy afectuosamente. Ser un Hyuuga supone un privilegio absoluto. Pero aun entre los Hyuugas, hay en cada generación un miembro mucho más importante que los demás. El primogénito de la rama principal era siempre esperado con ansiedad generación tras generación, y ésta generación, la primogénita había sido yo. Desde el mismísimo día de mi nacimiento se supone que debí ser colmada de bendiciones, de regalos, de privilegios. Y sin embargo… ¿De qué sirven todos los privilegios si parece que nada de lo que hago o intento es jamás suficiente? O si. Ser un Hyuuga no es solo un privilegio, es también una responsabilidad enorme. La lista de lo que un Hyuuga puede ser o no ser es interminable. Exitoso. Seguro de si mismo. Creativo. Emprendedor. Valiente. Fuerte. Confiable. Impecable. La lista de cualidades que un Hyuuga debe poseer es larguísima, y yo se me poseedora de absolutamente ninguna de todas estas cualidades. Soy más bien una chica tímida, insegura, débil, torpe, distraída, perezosa, tonta, introvertida, insignificante. Y la heredera Hyuuga. Una auténtica vergüenza para la familia. Mi padre parece no ser capaz de dejar de recordarme que hasta Hanabi, mi hermana menor, de 10 años, es más capaz para los negocios que yo, más aguda en sus respuestas, más segura de sí misma, más capaz, más inteligente, más divertida, más especial… Hanabi es todo lo que Hiashi quiere, todo lo que yo nunca seré. La idea, aunque no es nueva para mí, sigue doliendo tanto como siempre, y en un gesto estúpido, agité la cabeza, cerrando los ojos, intentando asustar el pensamiento. Tropecé con algo, podría ser cualquier cosa, una piedra, una grieta, el pie de algún descuidado transeúnte. Por supuesto que no era el pie de ningún transeúnte. La calle estaba totalmente vacía. De cualquier modo tropecé con algo y aunque puse mis manos para disminuir el golpe todo lo que logré fue desollarme también las manos, como las rodillas y un poco las piernas. Además, si intento ponerme dsi mil agujas se estuvieran concentrando en pinchar mi tobillo. -¡Demonios!-maldigo por segunda vez en el día. No soy una experta, pero se que hay manera de continuar mi loca carrera a la escuela. Me rompí el pie, o quizás solo desguinzé. Pero es un hecho que no me voy a poder poner de pie, y que no podré volver a casa, o llegar a la escuela tiempo. Siete veintisiete. No hay manera de llegar a tiempo. Tirada en el piso, no puedo hacer otra cosa más que ver mi reloj…. Conforme pasan los minutos, la desesperación se vaa adueñando un poco más de mi. Ya son las siete veintiocho y no hay manera de que pueda recorrer las 10 cuadras restantes, ni si quiera con el pie normal, antes de que suene el timbre y se cierren las puertas a las 7:30. En el instituto “Hiruzen Sarutobi” pueden ponerse realmente imposibles con los horarios, la puntualidad y ese tipo de cosas. Aunque, supongo que si llegara con un pie desguinzado, sin duda dejarían que entrara, aunque fuera con un retardo. Pero no hay manera de que yo recorra 10 cuadras en esta condición. El dolor es agudo y constante, pero supongo que después de un tiempo me acostumbraré. De cualquier manera no hay modo de ponerme de pie, y la calle está imposiblemente vacía. No hay ni un alma en toda la cuadra, quizá una que otra cucaracha, pero no creo que las cucarachas tengan alma, además de encontrarlas francamente asquerosas. Intento levantarme, para encomtrarme con que cada movimiento, por leve que sea, parece multiplicar mi dolor por mil, por un millón, yo que sé. Mis temores empiezan a ir más allá de poder ir o no a la escuela. Hasta que aparezca alguien en la calle, lo que dudo pase pronto, estaré estancada en la baqueta. No me puedo mover, no hay nadie cerca, la pierna me duele muchísimo (Si, no solo el pie, me dolía TODA la pierna), y no tengo celular. Maldito Uchiha. Aunque no sé porque podría tener él la culpa, después de todo, aunque tuviera celular, ¿Qué haría? ¿Llamar a mi padre? De ninguna manera. Desde muy pequeña he tenido pavor a mi padre. Digamos que nunca ha sido exactamente amoroso, y tras la muerte de mi madre, yo no he sido nada más que un estorbo para sus grandes planes de magnificencia. He sido siempre tan tonta e insignificante que nunca nadie me toma en serio. Mi papá tiene una opinión más elevada de Hanabi, mi hermana 5 años mayor que yo, que de mí. O si, Hanabi es la hija P-E-R-F-E-C-T-A para un hombre tan lleno de si mismo y tan arrogante como mi padre. Ella misma no es nada más que una niña mimada, aunque tiene un IQ elevadísimo, de 146 o algo por el estilo. Yo misma no puedo decir nada del mío, he sido siempre tan “mediocre” en la escuela que mi padre ni si quiera se molestó en dejarme hacer mi propio examen. Hanabi no es solo inteligente, también es fuerte, ágil, rápida, espabilada, extrovertida, tierna y dulce. Hanabi no es solo la hija perfecta, es también la hermana perfecta. Es dulce conmigo, pero no puedo evitar pensar que, pese a ser yo la hermana mayor, me trata con deferencia. Aunque claro, la manera en que Hanabi me trata es el paraíso comparado con otros miembros de la familia, como mi primo, Neji. Jamás he entendido porque, pero desde que tengo memoria, Neji me odia. Tal vez sea porque piensa que el debe ser el heredero. Después de todo, mi padre y él eran hermanos gemelos, y su padre, Hizashi, nació solo 5 minutos después que el mío. Aunque para cualquiera esto no es ni si quiera una gran diferencia, en la vida de Hizashi fue una determinante. Mi padre, Hiashi, se convirtió en el heredero, él más poderoso, y mi tío, como a todos los miembros de la familia secundaria le fue impuesta “la marca” a la edad de 9 años. Claro, esto se me hace una razón suficiente para odiarme, pero tampoco es como si YO tuviese la culpa. La marca es de todas las cosas de la familia, la más estúpida e irritante. No es más que un tatuaje en la frente, pero lo importante no es lo que es, sino lo que significa. Todos los miembros de las ramas secundarias son mis sirvientes. La marca los señala como mis inferiores, un gesto tan barbárico y racista que da nauseas. Los Hyuuga somos unos nazis en pequeño, y los miembros de las ramas secundarias, tal como los judíos, están marcados desde antes del nacimiento. La única persona de la familia que no tiene la marca, exceptuándome a mí y a mi padre, es Hanabi. Aunque debería tenerla, supongo que mi padre no se la ha impuesto esperando que algún día ella tome mi lugar. ¡Demonios, los Hyuugas somos tan parecidos a los nazis que incluso la marca parece una suástica! La falta de marca en mi cabeza, de cualquier modo, no me hace superior a ellos, porque soy débil. Todo el mundo en la familia lo sabe, y ninguno de ellos se molesta en demostrarme lo contrario. Sé que soy débil, y tonta, y torpe. Y distraída. Ni si quiera soy bonita. Soy más bien un pedacito de insignificancia. Soy tan insignificante que ni si quiera mi familia me quiere. Digo, ¿Cuan patético es eso? Mi padre, más que ningún otro en la familia se toma el tiempo y la molestia en hacerme saber lo insignificante que soy todo el tiempo. Solo pensar en lo cruel que llega a ser me hace llorar. Se que hay gente que sufre más, que tiene penas más importantes en que pensar que solo una tonta arrogante familia… Pero no importa cuán relativamente pequeñas puedan parecer mis penas, duelen demasiado. -¡Fuck!-Maldije por segunda vez en la mañana. Se sentía bien gritar un poco, pero no por eso dejé de llorar.
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