ºDe LiMa_o_De LiMoNº ♥InuKyo♥

-¡¿Qué?!-exclamó Kikyou Fujitaka, apoyándose en la mesa de la cocina- ¿Aquí? ¿Y por qué aquí?
Su padre, que la observaba desde el otro lado de la mesa, sonrió. Con el ceño fruncido y aun no muy convencida con la idea, Kikyou volvió a sentarse en la silla de la que se había levantado hacía unos minutos tras recibir la noticia.

-Es el hijo de una vieja amiga y como tiene tu misma edad no me pareció tan mala idea-contesto el señor Fujitaka sin borrar esa agradable sonrisa de su rostro- Además, mientras tu hermano Kouga esté en la universidad tenemos una habitación libre
–Aseguró- Sólo serán unos meses.
La chica reflexionó durante unos instantes y finalmente suspiró resignada. ¿Qué otra opción tenía? La decisión estaba tomada.
-Está bien- accedió, cruzándose de brazos a forma de protesta-
Pero que conste que me parece una locura.
-Por ahora me conformo con eso- rió Fujitaka reincorporándose y acercándose a ella para después besar su frente-
Seguro que se llevaran muy bien.

Desde que había mantenido esa conversación con su padre, ya habían pasado un par de semanas. Prácticamente había logrado olvidar que dentro de unas horas un estudiante de China se instalaría en su casa por un tiempo indeterminado. Al menos hasta esa mañana, cuando su padre se disculpó con ella por no poder ir a recoger al joven al aeropuerto. O lo que es lo mismo, hasta que se había enterado que sería ella quien iría a recogerlo.

-Un momento… ¿Y cómo le reconoceré? –Murmuró a la par que una expresión de horror aparecía en su rostro- ¡Oh no! ¿Y ahora qué hago?
Pero los murmullos y miradas indiscretas que le dirigían sus compañeros, la devolvieron a la realidad. Estaba en clase, y su reciente descubrimiento la había interrumpido.
-¿Hay algo que quiera compartir con el resto de la clase, señorita Fujitaka? –inquirió la profesora, molesta-
-No, no, nada
-se apresuró a negar la aludida consiguiendo que sus compañeros riesen- Lo siento.

Kikyou suspiró aliviada cuando la profesora dejó de mirarla y continuó dando la clase. Se había librado por los pelos, pero prefirió dejar de pensar en ese estudiante de china al menos en lo que quedaba de clase. No quería arriesgarse a que la profesora la castigase por muy buena excusa que fuese para no tener que recibir a su peculiar invitado.

oOoOoOo

Sumergida en sus pensamientos y lamentándose una y otra vez de su mala suerte, Kikyou caminaba hacia la salida del centro cuando una voz femenina que no tardó en reconocer la obligo a detenerse. Tras ella, una joven alta, de cabello largo y oscuro además de poseedora de unos penetrantes ojos que resaltaban debido al color pálido de su piel, corría con la intención de alcanzarla. Era Kagura Harima, una destacada alumna de su instituto, guapa, aficionada a la fotografía e integrante del coro del centro. Una chica muy popular que por encima de todo era su mejor amiga.
-¡Kagura! –Exclamó la joven Fujitaka, sorprendida- ¿Qué haces aquí? Pensaba que hoy tenías ensayo con el coro.
-Así es-asintió la aludida, caminando junto a ella- Pero a la profesora le ha surgido un imprevisto y llegará un poco más tarde.
-¿De verdad?-Cuestionó, emocionada- ¿Entonces me acompañas al aeropuerto?
-Lo siento– se disculpó kagura con una ligera sonrisa en el rostro-
Pero dudo que me dé tiempo.
Kikyou, quien ya se había resignado a tener que enfrentarse sola al peligro, suspiró. Definitivamente los planetas se habían alineado en su contra, si no… ¿Cómo podía tener tan mala suerte?
-Y lo peor de todo es que no se cómo voy a reconocerlo- se lamentó, saliendo del edificio- Mi padre no me ha dicho como es.
-Llámale y pregúntaselo –prepuso kagura, extendiéndole su móvil-
-¡Qué va!
-Negó la chica, haciendo un gesto con la mano rechazando tal posibilidad-
Tiene una conferencia y dura toda la tarde. Así que tendrá el móvil desconectado
.-señaló, emocionada- ¡Mira, ahí está Sesshomaru!
Kagura miró en la misma dirección que su amiga y sonrió. Un joven alto de cuerpo bien formado y atlético, entrenaba junto al resto del equipo de fútbol en las pistas. Era blanco y sus pícaros ojos pardos, eran la perdición de muchas chicas del instituto. Su nombre era Sesshomaru Hiiragizawa y a sus diecisiete años era todo un Casanova.
-¡Kikyou!- llamó, saludándolas con la mano desde la pista- ¡Kagura!
Las dos chicas correspondieron al saludo, aunque Kikyou con excesivo entusiasmo. Y es que, además de ser el mejor amigo de las dos estudiantes, era el chico del que Kikyou estaba enamorada.
-Pero mira qué guapo es.
-comentó sonrojada, zarandeando con efusividad a su mejor amiga- ¡Y qué bien juega!
-Es verdad -corroboró Kagura, con una sonrisa en el rostro- Aunque no se puede esperar menos del capitán del equipo de fútbol.
-Sí, me pasaría horas mirándole -murmuró, consiguiendo que el color carmesí de su rostro incrementase-
Pero tengo que ir a recoger a ese tipo. ¡Qué rabia! Si no fuese por él, podría quedarme hasta que Sesshomaru acabe el entrenamiento para volver juntos a casa.
-añadió, recuperando la alegría que había perdido durante unos segundos- ¡Pero bueno! Será mejor que me vaya ya si no quiero llegar tarde como siempre. ¡Deséame suerte, Kagura!

Agitando la mano como despedida, la joven Fujitaka se alejó del lugar corriendo, como iba siempre. Su mejor amiga la siguió con la mirada antes de centrar su atención en uno de los tantos jóvenes que jugaban al fútbol ese día, para después alejarse también del lugar sin ningún amago de felicidad en el rostro.



Como era habitual, el aeropuerto estaba muy concurrido ese día. La gente iba y venía cargada de maletas, unos más serios y otros mucho más alegres.
Kikyou se acercó al cristal que permitía ver la pista de aterrizaje donde en esos instantes aterrizaba un avión proveniente de Hong Kong, China.

Nerviosa, cogió un trozo de cartón en el que había escrito su nombre ‘Fujitaka Kikyou’ y se dirigió hacía la terminal. Sabía que lo normal era escribir el nombre del recién llegado en el cartón, pero teniendo en cuenta que lo desconocía no se le había ocurrido una idea mejor.
Kikyou buscaba entre la multitud algún rostro nervioso y temeroso que delatase al estudiante. Sin embargo, a excepción de algún que otro niño que iba con sus padres, todo los pasajeros eran adultos, vestían con sofisticados trajes que delataban cual era su profesión y prácticamente todos superaban los treinta años con creces.

-¿Pero donde se ha metido?
-murmuró, molesta- Esto me sobre pasa. ¡Tan sólo quiero una señal!

Y entonces lo vio. Un joven que debía tener más o menos su edad, cruzaba la terminal en esos precisos instantes. Era bajito y regordete, de cabello corto y rubio que acentuaban sus pequeños ojos azules que en esos momentos centraban su atención en la gran maleta marrón que arrastraba. Pero no fue la falta de atractivo del chico lo que captó la atención de Kikyou, sino la cámara de fotos que colgaba de su cuello y el enorme mapa de Japón que acababa de sacar de uno de los bolsillos de la chaqueta.
Pero ignorando la falta de rasgos chinos del recién llegado, se acercó a él agitando la mano con casi la misma efusividad con la que había saludado a Sesshomaru esa tarde.
-¡Hola! Tu debes ser el estudiante de China –saludó, extendiéndole la mano- Soy Kikyou Fujitaka, pero puedes llamarme Kikyou.
El joven, que miraba hacia los lados con desconcierto, le estrechó la mano antes de coger de nuevo su maleta para alejarse de allí.
-¡Espera, que no es por ahí!-le avisó Kikyou, siguiendo al chico- Anda, deja que te ayude con el equipaje.

Pero el extranjero, que pensaba que la chica estaba intentando robarle, comenzó a gritar en otro idioma atrayendo la mirada de la multitud además de la de la propia Kikyou, quien forcejeaba con el joven por la maleta.
-¡Eh, que tampoco hay que ponerse así! –Protestó, soltándola –
Sólo quería ayudar. -murmuró, ofendida-
Espero que en tu país no sean todos como tú porque sino…
-Y yo espero que una de sus costumbres no sea atracar a los extranjeros
-añadió una voz masculina tras ella- ¿O eso solo lo haces tú?

Kikyou cerró los ojos y mordiéndose el labio inferior avergonzada, se giró lentamente. Frente a ella y con una sonrisa burlona en el rostro, se encontraba uno de los chicos más guapos que había visto en su vida. Era alto y atlético. El flequillo de su cabello Platinado caía sobre sus ojos ámbar de forma desinteresada y atractiva que la obligó a contener la respiración.
-Creo que soy yo a quien estabas buscando –sonrió, divertido- Soy Inuyasha Taisho.
-¿Tu eres el estudiante chino? –Preguntó, sorprendida- Entonces este chico…
Tan roja como un tomate maduro y sin saber muy bien que decir, Kikyou se giró dispuesta a disculparse. Sin embargo, el extranjero había desaparecido. Posiblemente aprovechando la intervención del joven Taisho, el chico se había mezclado con la multitud que se dirigía hacia la salida.
-¿Pero donde…?-comento Kikyou, desconcertada.
-Creo que ha huido –sonrió Inuyasha, echándose la mochila al hombro-
Pero no lo culpo, yo en su lugar haría lo mismo.-apremió, mirándola-
Bueno, que ¿Nos vamos?- agrego
Pero el joven Taisho no esperó respuesta. Sin molestarse en averiguar si la chica le seguía, se unió a la multitud y se encaminó hacia la salida ante la mirada sorprendida de Kikyou, quien no tardó en seguirle para asegurarse que el chico no se perdiera.
-¿Y el resto del equipaje?-preguntó, parada frente al taxi al que iban a subir.
-No lo he traído- se limitó a contestar el chico, encogiéndose de hombros- Ya me lo enviarán a tu casa la próxima semana.

Inuyasha abrió la puerta trasera y le hizo un gesto para que pasase consiguiendo que los labios de la joven se curvaran en una ligera sonrisa. Después de lo ocurrido ahí adentro, había asumido que Inuyasha Taisho era uno de esos típicos guapos- egocéntricos a los que tanto odiaba, pero quizás… le había juzgado mal. Sin borrar esa sonrisa de su rostro, Kikyou se encaminó hacia la puerta. Pero cuando tan solo faltaban unos centímetros para llegar a ella, Inuyasha se montó en el taxi y la cerró.
-Pensaba que era la única puerta- Se disculpó al bajar la ventanilla, sin molestarse en disimular su diversión- Ve por el otro lado.
Kikyou, que se había detenido en seco incrédula por lo ocurrido, asintió lentamente y con una forzada sonrisa en el rostro, rodeó el taxi y se montó dando un fuerte portazo. Iba a ser un trayecto muy largo.

OH...si creo q ya lo habia leido...el principio....espero q sigas publicando esta interesante y eso de q tengan los apeidos de personajes de sakura tiene algo q ver?????